Cada día, siempre en el mismo rincón donde improvisa su tienda de discos, el vendedor regala alegría, sueños, ilusión y sonrisas con su música. Al anochecer, cuando la última función de cine concluye y el parque de entretenimiento cierra, sin bullicio y algarabía, su mundo queda desierto. Cuenta muy pocas monedas ganadas, recoge su mercancía y en silencio, inicia el camino de regreso a casa.
En cada paso de lento transitar, arrastra la sombra alargada de un dolor permanente que también invade su alma, dos lágrimas heladas brillan en sus ojos, en seguida se deslizan sobre un rostro curtido lleno de pliegues, piensa que el calor que consigue arrancarle a la vida, no es suficiente para que su ser retenga esa calidez. Echa de menos el olor a tierra mojada, tras la lluvia de verano en la granja junto a su Elena, cuánto anhela quedar atrapado en ese tiempo.
Aferrado al producto que le quedó sin vender, solo y cansado de este ciclo de vida del que no logra sentirse pleno, mientras Castelló cavila al andar, presiente que esta noche es especial, desea fervientemente emprender ese viaje, entonces, comienza a murmurar entre dientes el conjuro impronunciable que le regaló una mujer que sabía de su infortunio y quería ayudarlo, tenía apariencia de bruja y se hacía acompañar de un gato que lo miraba fijo.
De inmediato se siente dentro de un sueño, es un felino que corre sobre los tejados de una ciudad dormida, para luego de un salto, mezclarse con la oscuridad.
Al llegar a su destino, se da cuenta que esta vez sí sucedió…
El texto anterior participa del ejercicio de escritura “Móntame una escena” correspondiente al mes de marzo del 2018 de literautas.com, el relato (o una parte de él) tenga lugar en una tienda de discos y que aparezcan en el texto las palabras gato, bruja y cine.
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