lunes, 6 de febrero de 2017

Reto 5 líneas, mi participación



Desde hace unos meses, cada día visito el blog Adella Brac, que entre otras secciones, llamó mi atención el desafío Reto 5 líneas, que propone cada mes en base a unas palabras que deben estar contenidas dentro de ese texto. Las reglas completas están aquí.

En febrero, al fin me he animado a participar, las palabras que debe contener la historia son: Consulta, nada y como.

Así quedó mi texto:




Era la primera vez que venía a mi consulta, no saludó, no dijo nada, solo se acostó en el diván y comenzó a detallar con lujo de detalles, el sueño que había tenido. Con horror constato que su relato es igual a la noticia que ha conmocionado a la ciudad esta mañana, como si hubiese estado allí. 


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martes, 17 de enero de 2017

Regalo de los Reyes Magos

Es el título que lleva mi escrito para participar en la página literautas.com, un taller literario gratuito para todos aquellos que disfrutamos escribir. Cada mes proponen un tema, se envía antes de las 00.00 horas (española) del día 15 del mes y es el 17 de ese mismo mes, que se expone la recopilación de textos.

Imagen tomada de literautas.com
Este enero correspondió al Taller de escritura #40, escribir sobre la temática "El grito", comenzando con la frase «Se giró al escuchar el grito» y como reto opcional, que se desarrolle en 5 segundos, relatados en cámara lenta.

Ya están expuestos los textos el mío es el #174, este mes hay 255 participantes, cada uno debe comentar tres vecinos y si desea algunos más. Esos comentarios a modo de críticas constructivas, es lo que nos hace crecer como escritores.

Dejo a continuación mi relato:




Regalo de los Reyes Magos
http://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-40/6996

Se giró al escuchar el grito de Elena, su esposa.

Segundos antes. Jaime se encuentra en la planta alta de la casa de campo, donde se hospeda junto a ella desde hace dos semanas. Viajaron allí a finales de diciembre, para celebrar su quinto aniversario y disfrutar de una segunda luna de miel.

En ese momento, estaba solo en la habitación principal, sentado en la mecedora, a la par de la ventana, le encanta esa ubicación, porque es por donde se cuelan los primeros rayos de sol, hoy lo acarician en esta fría mañana. Además, es desde allí que  observa el bello paisaje que se le regala como pintado por la naturaleza. Escucha el vaivén de los árboles y el trino de algún pajarillo. Coloca una patilla de las gafas en la boca, piensa que cuando sea mayor se retirará a vivir definitivamente a este lugar.

Se pone las lentillas para continuar con su rutina, recoge un libro que dejó sobre la mesilla de al lado, busca la página marcada el día anterior, para así, continuar leyendo junto a esa quietud cómplice.

Hipnotizado con el disfrute del ambiente y la lectura pronta a retomar, es en ese momento, que rompe el silencio el grito de Elena y lo saca abruptamente de sus pensamientos.

Entonces, como impulsado por un resorte, se levanta de la silla, suelta el tomo que cae al piso, voltea la cabeza hacia donde cree que éste proviene, en su cara se dibuja una mueca de preocupación que se deja ver aún más cuando se quita las gafas y su mirada se torna en agudizar el oído, para estar seguro que la había escuchado, al tiempo que avanza en dos zancadas la distancia que le separa hasta llegar a la puerta, da vuelta a la cerradura con nerviosismo, abre, sale al pasillo, mira a la derecha y hacia la izquierda.

—¡Ahhhhh!

—¡Ahí está el grito otra vez! ¡Y proviene de la planta baja! —dice para sí mismo

Instintivamente tira hacia un lado las lentillas y se despoja de las pantuflas, para desplazarse mejor mientras se desplaza como una gacela hacia la escalinata y en voz muy alta pregunta.

—¿Qué te sucede Elena?

En la carrera, el pijama que viste lleva la camisa arremangada y sin abotonar, que ante la velocidad al bajar los escalones de dos en dos, más parece que lo hace volar, tal cual una capa de superhéroe.

Sin llegar al final de la escalera, voltea su cuerpo al lado izquierdo, para sujetarse a la barandilla con ambas manos.

¡Y salta al otro lado!

Con la misma rapidez se dirige a la cocina, con la seguridad que por la hora está allí preparando el desayuno. De pie en la entrada, se sostiene al marco de la puerta, solo avanza su cabeza y pecho al tiempo que con impaciencia repasa con la mirada la estancia de un lado a otro y de su garganta sale un angustioso llamado.

—¡Elena! —no le responde

Al darse cuenta que no está allí ¡Su ansiedad crece!

Suelta el marco y con el mismo impulso que trae, va a la habitación contigua, ingresa y la busca como un loco. Mira la puerta entreabierta del baño, la termina de abrir.

—¡Aquí estás! —dice eufórico y con gran alivio.


La encuentra sentada en el WC con cara de felicidad, mientras observa una prueba de embarazo.



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miércoles, 4 de enero de 2017

Urgencia

14 de febrero, son las ocho..., como cada noche, estoy delante de una taza de café caliente, abrazándola con ambas manos, cuando la llevo a la boca el humo casi me ciega.


Doy un sorbo, mientras pienso...

Siento la bebida que baja por la garganta, la necesito para levantarme, voy lentamente, casi sin fuerzas hacia la ventana.

Entreveo la luz de la cocina, me dirijo allí donde he puesto el computador, única compañía. No lo he apagado, desde aquel día, como si quisiera dar tiempo al tiempo, y lograr que pierda esa actitud de demora. Pero se eterniza, sigue allí, inexorable.

Tiemblo al tocar la tecla mientras releo lentamente lo escrito.


Querido Daniel



He creído oportuno comentarte como van las cosas por aquí. En la huerta hay nuevos retoños, las lechugas, los tomates y hasta los pepinos se han dado a la tarea de reproducirse.



En el jardín, las margaritas están cada vez más coquetas y ni que decir del girasol, cada vez más alto, hasta parece que quisiera besar las nubes.

Bobi ha dejado de ladrar a los vecinos, más bien se pasa el día con ellos; es que llegó Layla, sabes lo conquistador que se vuelve.

He repuesto la taza que habías quebrado, la otra estaba muy solita.

Tu almohada te echa de menos y es gracioso, tengo sospechas de que se entiende con la mía. La otra noche al ingresar al cuarto, las sorprendí enredadas, como en una función de contorsionismo. Hasta creo que estaban sudorosas, y a su alrededor encontré algunas plumas sueltas.

Y para más inri, el ojo de la cerradura se ha puesto insoportable, me hace guiños cada vez que me pongo el pijama.

Desde el día que marchaste, no he vuelto a cerrar el candado de la puerta, me da trabajo al abrir, parece que se estremece con tan solo el roce metálico de la llave.

Solo eso, que supieras... y que deseo ardorosamente... que vuelvas conmigo.


***
Lucía se dispone a dar al botón enviar, en ese momento un rayo estremece la instancia, queda a oscuras, en silencio..., solo alcanza a escuchar que alguien abre la puerta.


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